Podría haber sido eternamente un sueño. Un sueño placentero, de amor, fortaleza y vida, de regresos, de reencuentros, jamás de partida, para volver a tener la esperanza, en algún momento, de sentirme tuya. Haber sido eso, sueño, contento, alegría, un grácil y delicado despertar con envoltorio de risueña algarabía. Eternamente pude amarte, quise amarte sin esperar nada a cambio, tan sólo tu gozo, tu frágil sonrisa, y un beso dulce al despertar, quizás una simple caricia. Un sueño, mi dulce sueño, el sueño de compartir contigo la dicha. Podría haber sido eternamente un sueño, pero, muy a mi pesar, tan sólo fue amarga pesadilla.