Yerma agonía

El alcohol me trajo la ira nuevamente
al saber que ya no eras mío.
Bebí ingestas cantidades para ahogar mi llanto
y me vi sumergida en el más profundo averno.

Te quise eternamente,
quizás como nadie ha querido,
y volví a la tumba de mis sueños
para sucumbir ante tu ausencia esperando tu regreso.

Me consumí absorta al proseguir de mis días,
sin nadie a quien contarle mis recuerdos,
y hoy lloro desolada implorando el reencuentro
de un amor envenenado de quebrantos.

Maldigo tu figura y tu presencia,
tu ausencia en esta casa abandonada.
La pérdida y el daño sin remedio,
de mi corazón seco, avejentado y ya marchito.

El dolor que siento al recordarte
no tiene cabida en mi pecho
e intento sacarlo a toda costa
para que vuele hasta tu agreste abrigo.

Ha sido una trampa del destino,
ponerte en mi camino y en mi lecho,
por eso mis lamentos no son vanos
y maldigo el momento del primer encuentro.

Ahora, imploro atormentada y abatida,
para que no encuentres el deleite y la ternura,
en ningún ser con el que habites,
y, al fin, ésta deserción te imponga,
una yerma agonía allá en tu exilio.

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