Tejo recuerdos con puntadas invisibles, con calma, sin prisa, uniendo la vida para darle sentido. Unos me hacen sonreír, y revoloteo por el cielo infinito y en las entrañas me aletean pajarillos y mariposas de múltiples colores, de bulliciosos sonidos. Y no quiero salir de ese eterno sueño que me reconforta y acrecienta la pasión, también el deseo, el anhelo de quedarme allí para siempre. Otros, al evocarlos, hacen caer por mis mejillas lágrimas como ríos de invierno, y la gélida amargura se agarra al pecho, y no es suficiente el llanto sonoro para desanudar la madeja de angustia, de malestar, de pena, que inunda y encharca mis ojos tristes. En este azud que a veces me eleva, a veces me soterra, transito los días, confeccionando un mapa a mi medida, desgarrando jirones borrosos, pegando trocitos de memoria que no quiero perder, que no puedo dejar en el olvido, porque gracias a ellos, mereció la pena, aunque fuera un solo instante, caminar por este mundo....