La cazuela de cordero


No seas impaciente, come despacio, te he cortado los trozos muy pequeños pero si engulles así te sentará mal la cazuela de cordero. Gritaba mi madre desde el fondo de la mesa. Sin embargo yo quería correr, salir a patear la vida con mis amigos, como todos los domingos ¡Quizás ese día me precipité! Porque si llego a saber que esa bomba de la guerra civil todavía duerme bajo los escombros de la estación, seguiría comiendo, paladeando el dulce borrego que mamá prepara cada domingo con esmero, ¡sabes, a través de la sonda nasogástrica el gustillo no es igual!







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