Sus manos


ISBN: 978-84-8195-480-2
Me desperté temprano, creo de buen humor y, mientras terminaba de preparar el equipaje, traté de imaginar cómo hubiese sido mi vida a su lado. Habían pasado demasiados años y ya no podría verla con todo el esplendor de su juventud, tampoco con las arrugas lógicas de una madurez avanzada ni con la senilidad de una vejez injusta. Me esperaba un cadáver del que despedirme en silencio, porque sería de idiotas gritarle a un cuerpo yerto, que no siente ni padece, pero que te implora una despedida en toda regla antes de que los operarios de la empresa fúnebre la dejen fuera del mundo de los vivos para siempre.

Mi buen humor no se debía a esta situación, no es agradable ir de entierro, pero creo que ella merecía la mayor de las sonrisas aunque mi corazón estuviese encogido por las lágrimas que aún no había podido ser capaz de derramar.

Hoy después de tanto tiempo he recordado sus manos, hoy después de tanto tiempo, ¿cuánto?, no sé, mucho, quizás demasiados, he vuelto a rememorar esa escena. La última, también la primera. Hoy el mundo se me ha caído encima. Qué fácil cambiar de estado de ánimo, ahora contenta ahora infeliz. Hoy, aquí en mi presente, ya no el suyo porque murió hace dos días. Sí, murió sola, sin mí, sin mis hermanos y los suyos, sin nadie que la arropase, en un día de otoño como aquél que no recuerdo con certeza, pero sí recuerdo el color ocre de la calle, la lluvia temprana, los días cada vez más cortos, cerró la puerta y se marchó lejos, tan lejos que no pudimos o no supimos encontrarla. Hoy sé que tenía tanto miedo como mis hermanos y yo aquel día, y que su escondrijo a miles de kilómetros de nosotros ha sido lo único que la dejado vivir tanto tiempo.



 

seguiré recordando sus manos que tan escasamente me acariciaron
 
Fue su mano derecha la última visión de su diminuto cuerpo repleto de señales amoratadas la que mi retina alcanzó a vislumbrar, aunque corrí hacia ella, mi padre me sujetó con firmeza, más bien diría con fiereza, igual que a ella minutos antes, y secamente me dijo, -DÉJALA- y el estruendo de la puerta me dejó horrorizada. A mi padre por supuesto jamás le volví a dirigir la palabra, mis hermanos y yo fuimos a vivir con los abuelos, todas las noches lo maldecía y lo sigo maldiciendo en silencio, a ella la dejé arrinconada en mi memoria infantil para que nadie me dañara su recuerdo, ahora la he sacado de su oculto lugar después de leer una breve carta escrita hace tan sólo 72 horas, a modo de explicación, de despedida, cuando intuyó que la vida se le escapaba definitivamente por todos los poros de su cuerpo y que ya no importaba que su paradero fuera un secreto a voces.

Hoy ya no la culpo, la he perdonado, seguiré recordando sus manos que tan escasamente me acariciaron, pero esta vez la he instalado en un lugar privilegiado de mi memoria, también de mi corazón, espero no perderlas ya nunca, ni a mi memoria ni a ella. Mi equipaje es escaso, una muda limpia y el traje de chaqueta color negro, para tu entierro mamá.

 
Seudónimo empleado: Fabiola M.S.

Principio del relato
 






 

Título de la obra: Sus manos

Título del libro: II Concurso relatos breves

Autor/a: VV.AA.

Edita: Consejería de Economía y Hacienda

ISBN: 978-84-8195-480-2
Año de edición: 2009
Nº de páginas: 320
 


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