Un simple gorgojo en su vida
Me he levantado somnoliento y con dolor de cabeza. Soñaba plácidamente, y de pronto me le despertado sobresaltado, ya no he vuelto a dormirme, todo ha sido por culpa de mi madre, ayer me dijo que no iba a visitarla y, es verdad, últimamente tengo mis pensamientos en otro sitio.
Sofía Cortés, así se llaman mis cavilaciones. Ella no sabe que existo, yo la observo, unas veces de lejos, otras me aproximo pero soy invisible para ella. Trabaja en una tienda, frente al lugar en el que suelo comer los días en que mis compromisos laborales me hacen permanecer en la oficina la tarde completa.
Me siento siempre junto a la cristalera del bar y la veo moverse con soltura dentro del local de chocolates de Bariloche. La desnudo con mi imaginación, la beso y respiro a escasos centímetros de su boca, pero Sofía no se inmuta, no me devuelve la mirada y mucho menos la ternura que yo le regalo.
Un día le diré a Sofía que la quiero, seguramente el día que no vea aparecer a ese hombre de complexión fuerte, que se pasea con una bolsa de deporte en la mano, con una sonrisa decorando su cara de semental y una rosa roja en la otra los días que viene a visitarla, y que suelen coincidir con los que yo mastico sin gana alguna alimentos insípidos que después regurgitaré en casa cual pajarillo que le da de comer a su prole.
Sofía Cortés, así se llaman mis cavilaciones. Ella no sabe que existo, yo la observo, unas veces de lejos, otras me aproximo pero soy invisible para ella. Trabaja en una tienda, frente al lugar en el que suelo comer los días en que mis compromisos laborales me hacen permanecer en la oficina la tarde completa.
Me siento siempre junto a la cristalera del bar y la veo moverse con soltura dentro del local de chocolates de Bariloche. La desnudo con mi imaginación, la beso y respiro a escasos centímetros de su boca, pero Sofía no se inmuta, no me devuelve la mirada y mucho menos la ternura que yo le regalo.
- Mamá debería de buscarse amigas con las que salir, eso le haría bien, a mí también.
Un día le diré a Sofía que la quiero, seguramente el día que no vea aparecer a ese hombre de complexión fuerte, que se pasea con una bolsa de deporte en la mano, con una sonrisa decorando su cara de semental y una rosa roja en la otra los días que viene a visitarla, y que suelen coincidir con los que yo mastico sin gana alguna alimentos insípidos que después regurgitaré en casa cual pajarillo que le da de comer a su prole.
- Mamá me exaspera, exige en demasía mi atención.
- Esta tarde le compraré a mamá una “Caja de chocolate surtido corazón”, sus preferidos.

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